lunes, 25 de febrero de 2019

Una breve biografia de Maurizio Sarri


Maurizio fue un defensa de la media al que el fútbol profesional le fue esquivo. Como la vida siempre sigue, dejó “el sueño del pibe” atrás, estudió comercio y estadística y alcanzó un puesto en Montepaschi, la banca más antigua del mundo. Durante muchos años marcó tarjeta, llevó traje y corbata y le cuidó las cuentas corrientes a “clientes muy importantes”.
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Pero como el fútbol siguió siempre en su sistema nervioso, en las noches tiró a la mierda la corbata y entrenó niños en modestos equipos de la toscana; niños que se burlaron de él por sus maneras obsesas y su radical forma de entender el juego como algo de vida o muerte. Sin embargo, su método floreció y los modestos equipos toscanos bajo su mando cosecharon ascensos y copas regionales.
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Entonces lo quiso el Pescara, y luego el Empoli, al que contra todo pronóstico llevó a primera. Los periódicos deportivos enloquecieron: “Ex banquero adicto a los cigarros y a la literatura dirigirá por primera vez en la Serie A con 55 años”.
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Ya en primera, su Empoli miró a los ojos a los grandes y su sistema defensivo zonal, su amor por el vértigo, por el juego ofensivo, la obsesión por los detalles y su romance con la la tecnología hicieron del método Sarri una filosofía. Después, en el Napoli, prendió la revolución, hizo que Higuain hiciera diez mil goles, le devolvió al San Paolo su fuego sagrado y se metió en la lista de los mejores entrenadores de la tierra.
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Abramóvich pensó en él, le ofreció un trato “imposible de rechazar” y lo convirtió en el primer entrenador del petrolífero Chelsea. En Londres ha ido casi todo mal, el vestuario se le desbarató, los hinchas chiflan a sus jugadores y hoy es sexto en la Premier League, por fuera de todo.
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Para colmo, ayer perdió la final de la Carabao Cup y Kepa –un milennial agrandando- le plantó una pataleta que lo dejó muy mal parado.
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Si Maurizio va a llegar al final de este lunes, usted también, no hay excusa.