Durante los últimos cinco años, Diego Pablo Simeone ha ayudado al Atlético de Madrid no sólo a reencontrar sus fronteras, sino a rebasarlas. Campeón de Liga, Copa del Rey y Europa League, dos veces subcampeón de Europa, el técnico argentino se ha consagrado como estratega ante los mejores equipos de Europa. Eso incluye el Barcelona, al que arrebató un título en su propio estadio (la mencionada Liga, en 2014) y ha eliminado dos veces de la Champions League. Sin embargo, Simeone no sabe lo que es ganar al Barça en el Camp Nou, y necesita hacerlo este martes si desea regresar a la final de Copa.
Desde la llegada de Simeone al banquillo, en diciembre de 2011, el Atlético ha disputado nueve partidos en el Camp Nou y sólo ha arañado tres empates, todos ellos 1-1. La maldición no es cosa de Simeone: hay que remontarse a la 2005-06 para encontrar la última victoria del Atlético, que encadena 16 partidos sin ganar en el Camp Nou.
Este martes, el Atlético necesita marcar. Ese dato juega en parte a su favor, porque casi siempre lo ha hecho (siete sobre nueve), pero no del todo: el Atlético del Cholo nunca ha marcado dos goles en el Camp Nou, cifra innegociable para empezar a hablar de meterse en la final.
En vísperas del duelo, los reporteros preguntaron al entrenador si volverá a plantear una presión alta, estrategia que ya exhibió el año pasado en la ida de cuartos de final de la Champions League, aunque luego la expulsión de Fernando Torres a la media hora obligó a alterar los planes sobre la marcha. “Decir se pueden decir un montón de cosas, pero la realidad es lo único que cuenta”, respondió; “nos enfrentamos a un equipo muy fuerte en su casa y las aventuras nunca me gustaron. Me gusta más lo real y lo que en realidad va a pasar. Considero que hoy todo lo que digan no sirve. Los hechos que sucedan mañana son los que van a valer, así que me pueden hacer mil preguntas que me da igual”.
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